Cae la noche una vez más. Pero,
esta vez, con ella llega todo un ejército de etéreos navegantes. Una vez en sus
posiciones, comienzan a tirar el botín recogido por la borda. Los que no están
de acuerdo, inician un ataque aliado. Desde abajo se escuchan los cañonazos
entre la propia bruma.
...
Tráfico, mucho tráfico. Coches
forrados por el agua inmersos en un gris paisaje. Gente que se dirige a todas
partes, ¿vienen o van?...
Sorprende tanto ajetreo a medianoche, y más aun, en una tan triste. En el cielo no brilla ni una sola
estrella, está encapotado por densas nubes.
De repente, el tiempo se detiene.
La luna brilla a través de las nubes. Su intensidad rompe toda barrera e
ilumina una ciudad que comienza a despertar en plena noche.
Tras un fuerte estruendo de las
nubes, se produce un fugaz silencio que estalla en un conjunto y simultaneo
grito de euforia.
...
Ha llegado. Hoy es el día...
...
La metrópoli es asaltada por cada
una de sus arterias. Se abarrota hasta el último rincón. La vida se detiene, en
las calles la gente no hace otra cosa que saltar y abrazarse de alegría.
Los gritos bloquean cualquier
sonido que pudiera producirse. El ruido de la muchedumbre llega a
ridiculizar los duros azotes de las nubes. Los truenos ya no se pueden oír, y
los relámpagos simplemente parecen inmortalizar el momento que allí abajo se vive.
...
La naturaleza enfurece y las
nubes se golpean con rabia. Truena y retruena. Pese a ser ensordecedor, lo que
abajo se vive es aún más asombroso.
El agua cae cada vez con más
fuerza y la cantidad caída cubre ya a un palmo del suelo.
La luna también realiza su
labor con más esmero. Su luz reflejada en la cortina de agua, casi impide
mantener los ojos abiertos.
...
Solo un hombre parece mantener la
cordura. Camina impasible entre la eufórica multitud.
Nadie le atiende, pese a ser el
único que parece ajeno a lo que parece suceder.
Es el único, que cierra los ojos
por el cegador reflejo de la luna que rebota en el incesante desangrar de las
nubes.
Es el único, que siente la
humedad que le cala los huesos.
Es el único, al que los oídos le
dicen basta.
Es el único, que parece
preocupado por el nivel del agua.
Pese a todo esto, posee una
pasmosa tranquilidad. Saca un mechero, y en medio de tanto surrealismo, se enciende
un cigarro. Fuma y continúa caminando.
Tras unos minutos, se detiene.
Mira hacia el suelo. Mete la mano en el interior de su gabardina, y de su pecho
saca un arma...
La mira, mira al cielo, y
dispara...
Los más cercanos a él, callan al
fin. Inmóviles le observan.
El silencio y el asombro se contagian.
En pocos segundos su alrededor se silencia. Ahora tan solo se oyen algunos
murmullos en la lejanía.
Con un segundo disparo, la avenida queda silenciada por completo.
Con un segundo disparo, la avenida queda silenciada por completo.
Todos le miran...
...
Las nubes reciben el balazo
que ascendía por el aire. Dejan de pelear...
Y la segunda bala, parece
taponar la fuga que estaba empapando la ciudad.
Un solo hombre es ahora el
centro de atención de todo lo que le rodea. Hasta la luna, acobardada, ha
dejado de brillar.
...
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario