La inocente mirada de un niño que no comprende las barbaridades del mundo ni las preocupaciones del hombre adulto. Todo gira entorno a esta mirada, todas las escenas están tratadas a través de la mirada incomprensiva de un niño de doce años.
La historia nos sumerge en una sociedad represiva, una Argentina militarizada y perseguida, se le obliga a vivir una vida que no le pertenece, bajo una identidad diferente, sin que llegué a comprender en ningún momento que es lo que ocurre a su alrededor, ni cuales son las razones que llevan a sus revolucionarios padres a actuar de ese modo.
Se muestra una realidad que obliga a dejar de lado y olvidar lo realmente importante: la familia, los amigos, el amor y la inocencia. Ernesto Alterio a través de su personaje hace de puente entre las dos realidades, la que se ven obligados a vivir, de manera clandestina luchando por sus ideales de la liberación de la opresión del estado; y la que deberían vivir, una abierta y libre, en la que llevar una vida normal y digna, cerca de sus familiares y amigos, en la que la inocencia no se vea forzada a la desaparición prematura.
Una película que trata muy bien el tema de una sociedad subyugada, en la que sus ciudadanos se ven forzados a actuar y luchar contra el sistema, pese al alto precio de hacerlo. El gran acierto es el tratamiento de este tema a través de la visión de un niño, haciendo contrastar la pureza e inocencia natural del ser humano, con la maldad y las atrocidades que es capaz de hacer el hombre adulto corrompido por la sociedad en la que se ve envuelto.
Nota: 6,9
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"Ya sos grande, no seas boludo."
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DaCoX
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