Amar es una palabra maravillosa, ¿cómo una misma palabra puede contener al mismo tiempo tanta felicidad y tanta tristeza, tanto placer y tanto dolor, tanta ternura y tanta crueldad, tanta esperanza y tanta desesperación?
Palabra maravillosa para maravilloso sentimiento. Aunque si mi cometido hubiera sido poner nombre a tan profundo e indescriptible sentimiento, no habría sido capaz. Carecería del valor suficiente para etiquetar un sentimiento tan puro, que el intento de nombrarlo sería necio y vano por mi parte.
Hubiera dejado que las personas lo vivieran y lo expresaran sin poder recurrir a las palabras. Les dejaría indefensos ante ese sentimiento, atónitos ante el descubrimiento de algo que jamás sintieron y que ahora ya no pueden, ni quieren dejar de sentir.
Cuando una persona se quedara sin palabras ante una intensa mirada, cuando se viera invadido por un sentimiento que no tiene nombre, sabríamos que eso no se puede expresar con palabras, pero que tiene más fuerza y más identidad que cada uno de los sentimientos que tenemos catalogados.
El amor no se describe, no se cataloga, no está atado a lo mundano; simplemente se siente y se expresa con la mirada. Y cuando es verdadero, el destinatario no necesita más expresión que esa mirada para comprender lo que allí, en su interior, sucede.
Si no soy capaz de expresar mi amor con la mirada, es que no existe tal amor. Y si no eres capaz de ver el amor de mi mirada, no estás preparada para él.
Si no soy capaz de expresar mi amor con la mirada, es que no existe tal amor. Y si no eres capaz de ver el amor de mi mirada, no estás preparada para él.
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Mírame a los ojos y dime que no me amas,
DaCoX
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