La razón, ni me falta, ni me asiste.


Escribo para saber lo que pienso.


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jueves, 22 de mayo de 2008

Amor de morsa (II)

Hechos:

Aparentemente iba a ser una noche vieja más, sin ningún tipo de trauma que arruinara nuestras vidas. Pero no fue así, algo esa noche marcaría nuestras vidas...

Todo comezó como una noche vieja normal. Campanadas de media noche con la familia y después reunión de amigos para estrenar la primera noche del año. Tras una larga espera, conseguimos reunirnos un buen puñado de tipos trajeados.

Nos dirigimos a asaltar Benidorm con nuestra presencia. Tras trasladar todo rastro de alcohol de los pubs a nuestro organismo, pusimos rumbo hacia las discotecas de la carretera.

Una vez allí la fiesta continuó con más fuerza. Todo era celebración plasmada en un gran desfase nocturno. Aunque el sol empezaba a dar señales de su existencia.

La noche llegaba a su fin, dando paso al día. Nos encontrábamos en la última discoteca, en la que en pocos minutos nos dirían que la abandonásemos. A esas horas tan solo quedaban desechos, restos que la noche había dejado. Y nosotros claro, que nos habíamos quedado con todo el amor que dar en nuestro corazón (quien dice corazón dice cualquier otro órgano). El año no empezó con buen pie para nosotros.

Pero uno de nosotros, D.H, quiso forzar al destino.

En la discoteca quedaban pocas féminas, todas ellas dominadas por el alcohol. Nuestras miradas estaban puestas en D.H que intentaba incansable no salir de allí sin compañía femenina. Le habían izado el mástil y no sería él el que lo bajara.

Desviamos nuestra atención de él durante unos instantes. Le dejamos en su mundo de alcoholizada fantasía. Y ahora viene la parte en la que nunca debimos girarnos. Al hacerlo vimos a nuestro querido, hasta entonces, amigo D.H con un ser indescriptible (pero lo voy a intentar).

Para comenzar nuestro amigo parecía un pequeña y débil marioneta en sus brazos.

Iba vestida con un ceñidísimo traje dorado que parecía estar cediendo por momentos. Yo personalmente pedí, sin éxito, que desalojaran la sala antes de que eso estallara. Debajo del traje dorado , al más piro estilo freixenet, parecía esconder un par de neumáticos (tendría miedo a golpearse). Y por eso, fue bautizada como “la burbujita de freixenet”.

El horror no acabó aquí. Cuando sus ventosas dejaron de babear a D.H, dejo al descubierto su rostro. No era nada simétrico, más bien era deforme. Sus ojos eran desiguales en tamaño y posición, su nariz no estaba centrada, de su boca salían unos colmillos amenazantes, y su expresión era inexistente.

Muchos antes de poder reaccionar fueron impulsados, por algo que subía desde su interior, a ir al baño (probablemente fruto del alcohol...).

A partir de aquí fue rebautizada como “la Morsa”, ya que lo único que la diferenciaba de este mamífero acuático era su rizada melena petrificada por la excesiva cantidad de laca.

Después comentamos la suerte que D.H había tenido al sobrevivir a las embestidas de tan peligrosos colmillos de morsa.

Cuando se despegó de las garras de ese ser ,que parecía sacado de la antigua mitología griega, su cerebro parecía que había sido lavado.

De hecho, en el camino de vuelta a casa fue alardeando de su logro, mientras algunos de los supervivientes echábamos el poco alcohol que nos quedaba a esas alturas. Una vez con el estómago vacío, llegaron las risas; los insultos hacia su amada y a su relación con ella.

Menos mal que “la morsa” tuvo piedad y soltó a nuestro amigo, desapareciendo en la oscuridad de la discoteca. Por que si por hubiera sido por D.H hubiera acabado en su cueva submarina con ella, haciendo a saber que tipo de barbaridades inhumanas.

Nuestro amigo D.H, en la actualidad, ha logrado recobrar la cordura y cada noche se pregunta como fue capaz de cometer tal atrocidad. Se siente culpable por haber causado tanto sufrimiento y tanta muerte, pero poco a poco lo va superando. Sabe que si no le hubiera embrujado a él, cualquier otro podría haber sido la víctima. Pero para su alma ya no hay salvación.


(Continuará...)

2 comentarios:

eugeninho dijo...

JAAJAJAJ.

Que grande la morsa!!

...literalmente. ¬¬

Anónimo dijo...

Hmmm que pena que me lo perdí. Llamadme corto si quereis, pero no caigo quien es D.H. Lo que sí que se, que el alcohol no fue el único causante. La desesperación supuso un 50% de la motivación.

En fin, ¿quien sabe lo que nos deparará el futuro? Una cosa es segura, siempre podrémos confiar en nuestros amigos (citado de algún Final Fantasy de cuyo nombre no quiero acordarme).

Siempre podremos confiar en los amigos, por lo que parece, mientras no se follen a una morsa xD.

Un saludo.

P.D. Te ha quedao bien eso de ponerlo por partes, así mantienes al lector en tensión y ganas suscripciones a tu pequeña "revista" blogera xD.