Destino

Formas parte de la naturaleza, buscas la divinidad. Tu empresa es imposible, pero nada es imposible. Te sientes una parte del todo, pero eres mucho más. Eres un todo propio.

Saltas incansable, crees no llegar, pero nunca se intenta lo suficiente. En tu interior hay algo que quiere salir pero no sabes como liberarlo.

Tus piernas se rinden y caes arrodillado. Decaes. Tu rostro se muestra rendido y cabizbajo. Miras la tierra de la que formas parte y que te lo ha arrebatado todo después de dártelo.

Lo que te dio fue tan solo una vida en blanco y un mapa lleno de caminos. Todo un laberinto sin sentido alguno. Tú has de buscarle sentido, has de elegir la senda que definirá la estela que dejes detrás de ti. Pero los verdaderos caminos no se encuentran en ese mapa, están en ti.

La madre arquitecta solo te dejó algunas pautas a seguir, pero tú has de construir tu realidad, algo muy lejos del papel. No estás hecho para seguir órdenes, es tu libre estructura.

Tu confusión es comprensible, también necesaria; pero dañina. Cada segundo de confusión es un segundo de inmovilidad. Un alto en tu camino, un alto que no te puedes permitir. O el destino se te echará encima y comenzará a decidir por ti. Y tú comenzarás a dejarte guiar inconscientemente.

Así que levanta la cabeza, mira a tu alrededor, mientras levantas orgulloso la mirada hacia el cielo. Llénate de vida, cárgate de valor, escúpele al destino y levanta con paso firme.

Erguido y decidido no volverás a mirar atrás. Esa marca en el barro donde caíste, es la marca de un nuevo comienzo. La marca de la oportunidad, de la esperanza y la liberación. Tus rodillas nunca volverán a hundirse y si lo hacen sabrás levantarte desafiante, bofeteando tus dudas y golpeando tus miedos.

Fuiste creado para que crearas, al igual que te dieron vida para que vivieras. Agarra tu destino por la orejas y déjale claro quien es el que manda. Condúcele por tu camino y patéale el culo cuando ose mirarte a los ojos. Tu no sigues sus reglas, él obedece tus órdenes.

Cuando dudes, cuando pienses en doblegarte; recuerda que la debilidad no forma parte de ti. No sueltes las riendas, aprieta los dientes y agárralas con más fuerza. Cabalga sin el miedo de no poder volver atrás, más adelante habrán más cruces donde elegir.

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Cabalgando hacia un horizonte difuso,
DaCoX